Estaba
el calaco un día
Paseando
por Malinalco
Cuando
llegó a un paraíso
Hizo
un alto y dijo, parco:
Es
preciso
Que
esta belleza sea mía.
Eran
las huertas de San Andrés
Cantaba
el agua, crecían cafés
Aromitas
frescos a fruta y a miel
Se
hubieran metido dentro de su piel
Si
calaco tuviera pellejo
Y
un corazón aunque fuera viejo.
El
muy parco sentose en una banca
E
ideó una trampa
Transformó
el camino en avenida
Y
el agua corrió despavorida
Las
huertas, en mansiones con pastito
Rápido
huyeron los pajaritos
También
abrió calles asfaltadas
Con
cemento y piedras rehogadas.
Tiró
los tecorrales
Al
fin que eran nidos de animales
Entubó
los apantles
Llevándose
berros, cangrejos, chichicastles.
Brotaron
albercas, comederos,
Bares,
salones con música y orquestas.
En
autobuses formados en hileras
Llegaban
los turistas
A
disfrutar de las carreras
En
la avenida convertida en pista.
Ya
las huertas se llevó el calaco
Sin
sentir que cometía un atraco
El
más allá ya tiene un paraíso
Mientras
acá nomás quedó el hechizo
De
un progreso que sólo es sol candente
Polvo,
sequía y hambre recurrente.
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